Me arrodillé para orar,
pero no por mucho tiempo,
tenía mucho quehacer

Debería apurarme
e ir a trabajar por las obligaciones que tenía que cumplir,
El deber para con Dios había sido satisfecho
Mi alma estaba en paz.

A traves del día, no tuve tiempo para decir una palabra de aliento, no tuve
tiempo para hablar con El, como un amigo.

Temía mucho que se riera de mí

No tengo tiempo, no tengo tiempo,
hay mucho quehacer

Esa era mi constante queja:
no tengo tiempo para dar aquellos en necesidad.

Finalmente llego el tiempo de morir.

Cuando estuve frente al SEÑOR,
me presente con los ojos entrecerrados.

En sus manos sostenia un libro,
era el LIBRO DE LA VIDA.

El busco en el LIBRO y dijo:
No puedo encontrar tu nombre,
Una vez lo iba a escribir,
¡¡¡¡ pero nunca encontré el tiempo!!!